jueves, 15 de febrero de 2018

Abelisaurus Comahuensis

Período: Cretácico superior 
Vivió hace: 80-83 millones de años en el Campaniense 
Dieta: Carnívora
Familia: Abelisauridae
Peso: 670 kilogramos




El Abelisaurus fue un dinosaurio carnívoro que vivió en la Patagonia durante finales del Período Cretácico Superior, hace unos aproximadamente 80 y 83 millones de años. Lo curioso de éste dinosaurio es que lo único que sabemos de él se debe a un único cráneo descubierto en 1983 por el paleontólogo Roberto Abel, que es quien le dio su nombre, ya que Abelisaurus significa "Lagarto de Abel", o "Reptil de Abel". 
A éste único resto fósil le faltaba la mandíbula, y estaba incompleto, principalmente en el lado derecho. También le hacía falta el paladar (techo del hocico), pero, a pesar de las piezas faltantes, estimaron que dicho cráneo medía 85 centímetros de largo. Y, aunque no hay crestas en el cráneo, es de suponer que las tuvo, y posiblemente estuvieron hechas de queratina y que por ello no se fosilizaron.
No se encontró ningún otro hueso, pero aun así los científicos lo reconstruyeron basándose en la fisionomía del Carnotaurus, dinosaurio que también merodeaba por la zona. Por lo tanto, a raíz del hallazgo de éste cráneo, se hicieron cálculos y estimaron que el Abelisaurus pudo llegar a pesar tres toneladas y a medir unos terroríficos 9 metros de largo y 2,5 metros de alto. 
También se acordó que era un poderoso terópodo, ya que andaban erguidos sobre sus dos poderosas patas traseras, apoyando el peso de todo su monstruoso cuerpo sobre sus grandes y fuertes dedos, debido a que les sería imposible ser cuadrúpedos dado a lo ridículamente pequeñas que eran sus patas delanteras, que, de hecho, creen que no servían para nada ya que apenas tenían movilidad.

Si nos centramos en el hallazgo y las evidencias concretas que el cráneo de 85 centímetros nos brinda, el Abelisaurus tenía una gran cabeza y un hocico redondeado, que estaba provisto de unas fuertes mandíbulas con dientes en forma de daga, trituradores de huesos, la forma de dichos dientes permitía que estos se clavaran con facilidad en la carne de su víctima y al estirar con los músculos del cuello, el borde aserrado que tenían en la parte interior del diente, desgarra y arranca la carne del animal a pedazos. 

En las mandíbulas del Abelisaurus había una gran abertura entre la nariz y los ojos que aligeraba su cráneo y permitía que el animal moviera mejor la cabeza con su largo y musculoso cuello en forma de "S". Por encima de sus fosas nasales y casi hasta los ojos, tenía pequeñas crestas y protuberancias óseas, que probablemente eran usadas por los machos en los combates para poder atraer a las hembras.
Podemos hablar de sus ojos, que estaban ubicados en la parte más alta del cráneo, aparentemente protegidos por una protuberancia que sale justo por detrás a modo de "ceja" y que le servía para protegerlos. 

Justo por detrás de las órbitas de los ojos del Abelisaurus, se sujetarían los músculos, encargados de abrir y cerrar la mandíbula, y, dicha musculatura tenía que ser de tal envergadura que algo tenían que perder a cambio, y esto fue... su materia gris. Por lo tanto, imaginemos lo diminuto que sería su cerebro. Pero está claro que no todo se puede tener en la vida, así que mejor contar con una mandíbula monstruosa con la que cazar y alimentarse, que ser un gran pensador de la época y tratar de comerse a un Titanosaurus con el poder de la palabra. 
Los Abelisaurus tenían un cerebro minúsculo

De nuevo, en cuanto a especulaciones científicas, lo encuadraron como a un dinosaurio totalmente bípedo, que seguramente no podía estar sobre las cuatro patas. Las patas traseras sobre las que se apoyaba, tenían una fuerte musculatura en la zona de los muslos, que le permitían correr a casi 30 km/h y apoyaba todo el peso del cuerpo sobre sus tres dedos (y un cuarto que apuntaba hacia detrás), de forma que actuaban como raquetas de nieve, distribuyendo más eficazmente el peso del enorme animal e impidiendo que se cayera en zonas embarradas.
Su cola era muy larga, ya que tenía que equilibrar el gran peso de su cráneo. Es posible que tuviera el cuerpo cubierto de placas óseas de diversos tamaños que servían para proteger al animal ante posibles depredadores. 
Normalmente, eran animales solitarios, pero se juntaban en grandes grupos para darle caza a grandes saurópodos como el Saltasaurus. (Recordemos que, aun así, sólo se encontró un cráneo)


El Abelisaurus vivió principalmente en la Patagonia, lo que viene a ser el territorio del sur Argentino, aunque también se cree que pudo haber llegado a vivir en América del Norte, pero ésta última es solo una suposición.

Nuestro dinosaurio era un ser aparentemente solitario, pero se cree que a la hora de cazar lo podría haber hecho en grupos organizados - como también hacían los Allosaurus, que eran solitarios, pero a la hora de cazar lo hacían en manada - siendo entonces uno de los mayores predadores de la época. Y es que la Unión hace la fuerza, y más si las presas a las que acechaban no dejaban de ser enormes saurópodos de 30 metros de longitud. Se piensa que algunas de éstas víctimas de las que podría haberse alimentado el Abelisaurus habrían sido los Kritosaurus y Titanosaurus. Aunque también se cree que podría haber sido un carroñero, y haberse alimentados de aquellos animales muertos que se encontraba en su camino.

Un dato muy interesante es que se cree que nadaba por los ríos prehistóricos, cruzando entre las islas en busca de nuevos territorios de caza y reproducción.

La similitud que tenía con el Ceratosaurus, hicieron que los científicos consideraran al Abelisaurus perteneciente a un nuevo grupo de ceratosaurios, a los que llamaron "Abelisáuridos". Conforme iba pasando el tiempo en el Cretácico tardío, ésta nueva especie de terópodos se convirtió en el grupo de depredadores más abundando de la Argentina, y tal vez, incluso de todo el hemisferio Sur. Todos temblaban ante la llegada de los Abelisáuridos. 

Si nos remontamos más profundamente en la historia del fósil, lo halló Roberto Abel, antiguo director del Museo Provincial de Cipolletti Carlos Ameghino, de Río Negro, donde los restos del animal estuvieron almacenados hasta su posterior estudio; lo halló en 1983, originalmente asignándolo a la formación Allen, pero posteriores estudios lo colocan en la formación Anacleto. Al estudiarlo en 1985, José Bonaparte y Fernando Novas le colocaron el nombre de Abelisaurus en honor a su descubridor y Comahuensis, debido a Comahue, región de la Patagonia Argentina donde fue encontrado. 
El espécimen fue desenterrado en la "Cantera Pala Mecánica", sitio a orillas del Lago Pellegrini, que era explorado por Abel desde 1975. Así que, tomémonos un momento para imaginar la alegría que habrá sentido este señor cuando halló el cráneo del Abelisaurus. 

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