jueves, 12 de abril de 2018

La Hipótesis Nebular: ¿cómo se formó nuestro Sistema Solar?

El Universo sigue siendo un tema con el que fantaseamos muchísimo. Mucho más, cuando tratamos de develar sus orígenes, pero, tan lejano a nuestra comprensión, sólo podemos sentarnos y formular teorías mientras miramos el cielo una noche estrellada. 

La teoría nebular fue propuesta en 1644 por Descartes, y perfeccionada de manera independiente tanto por Pierre-Simon Laplace, como por Immanuel Kant. Esta teoría propone que el Sistema Solar se formó a partir de una enorme nebulosa protosolar en rotación, la cual evolucionó de tal forma que la mayoría de la masa se condensó en el centro dando lugar a la formación del Sol, y a partir de los pequeños grumos que quedaron alrededor y que fueron colisionando y agrupándose progresivamente, se formaron los planetas.

Ahora, situémonos en aquél momento, e imaginemos una explosión tan monstruosa, que sea capaz de fundir la materia misma, haciendo que se concentre en un solo punto y colapse. De éste centro totalmente inestable, comienzan a desprenderse cúmulos de materia incandescente y de enorme densidad, que finalmente forman las estrellas. 
Así pues, según la hipótesis nebular, las estrellas son formadas a raíz de nubes masivas de enorme densidad compuestas de hidrógeno molecular llamadas NMG.


                                 


La evidencia de una posible explosión de supernova de formación previa aparece en forma de trazas de isótopos anómalos en las pequeñas inclusiones de algunos meteoritos. La abundancia de estrellas múltiples y binarias, así como de grandes sistemas de satélites alrededor de Júpiter y Saturno, atestiguan la tendencia de la nubes de gas a desintegrarse fragmentándose en sistemas de cuerpos múltiples.



En el complejo proceso que forma la estrella, se produce a su alrededor un disco protoplanetario gaseoso que, de darse las circunstancias adecuadas, puede dar lugar a la formación de los planetas, aunque este fenómeno y su origen no es tan conocido de momento por los astrólogos.

¿Se marearon? Hablemos un poco menos en chino.

Nuestro sistema solar contiene ocho planetas. Estos pueden clasificarse en dos grupos: los planetas telúricos (planetas formados principalmente por silicatos), de dimensión y masa reducidas, pero de fuerte densidad (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), y los gigantes gaseosos, de dimensión y masa mucho más grandes, pero de densidad baja (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).
Pasemos, entonces, a la historia de la formación de nuestro sistema. La descripción que sigue es el modelo de la hipótesis nebular, globalmente aceptado, aunque sus detalles son aún objeto de muchos debates. Porque, como mencionamos antes, el Universo aun sigue siendo un tema en el que no nos encontramos bien parados. 


Pensémoslo como una historia.

Un día, hace diez mil millones de años, existía una enorme nube de hidrógeno y helio que se balanceaba solitaria y aburrida en algún lugar del frío universo. 

medida que el tiempo pasaba, esta nube se contrajo suavemente y se enriquece con elementos más pesados en el momento de la explosión de estrellas masivas a los alrededores, los cuales, la llenan de elementos nuevos, que ésta nube jamás había conocido. 

Más de cinco millones de años pasó así, sometida a las continuas muertes de las estrellas a su alrededor, hasta que, un día, bajo el efecto de su propia gravedad, la pobre nube se contrae sobre sí misma y explota, fragmentándose en un montón de nubes más chiquitas e inestables, y, una de ellas, se convertirá en nuestro sistema solar. 

Este pequeño pedacito - al que llamaremos "protosistema" -que sobrevivió de la nube de hidrógeno y helio, continúa contrayéndose sobre sí mismo y se encuentra tan inestable, que también comienza a rotar, cada vez más y más rápido. Dado este movimiento nervioso, y como nuestro protosistema no es rígido, la materia empieza a ser atraída hacia el centro de éste formando y la presión es tal, que comienza a calentarse, formando... ¡oh sorpresa! una estrella. Nuestro Sol. El que vemos todos los días.

Los planetas, al igual que el Sol, se forman por acreción (acumulación de materia en situaciones totalmente violentas) debido a que mediante intensos bombardeos entre sí de materias, los átomos se funden y se unen entre sí, formando planetesimales (planetas primitivos) que con el tiempo, se condensarán, y pasarán a ser los ocho planetas que hoy en día conocemos.

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