miércoles, 25 de abril de 2018

El origen de la Tierra



Si leyeron las entradas anteriores, entonces estarán al tanto de los distintos términos y postulados que se usan en astronomía, para referirnos a los acontecimientos – caóticos – que explicarían la formación del Universo, y, a su vez, de nuestro sistema solar.

Pero… creo que deberíamos ser un poco más egoístas y dejar de lado las generalidades, para pasar a hablar de nuestro planeta. La Tierra. Y comenzar a indagar… ¿cómo se formó? ¿Hace cuánto? ¿Cómo era al principio?

Tomen asiento, porque ésta entrada va a ser un poco larga.

Remontémonos muy atrás en el tiempo, hace unos increíbles 4.5 billones de años, cuando nuestro Sistema Solar no era más que una nube de gas y polvo que vagaba errante por la Vía Láctea, sin ser nada especial, simplemente era un componente más entre los millones más que había.
Pero, con el paso del tiempo, dicha nube colapsa bajo su propia atracción gravitacional y comenzó a contraerse cada vez más, y a medida que esto sucedía giraba más rápido. Eventualmente, la nebulosa adquirió una forma aplanada, como de un disco y con una protuberancia en el centro (la teoría nebular)

Las partículas que estaban dentro del disco llegaron a colisionar, lo que causó que se crearan unas regiones que se contrajeron gravitacionalmente. La región central se volvió más densa, más caliente, y alrededor se creó una especie de disco giratorio con partículas de gas, polvo y hielo, de los cuales algunos se unieron y formaron planetesimales, que chocaron entre sí y constituyeron a su vez unos protoplanetas, anteriores a los planetas. La protuberancia en el centro del disco llegaría a ser el protosol (es solo una manera genial de llamar a un Sol primitivo)

Colisión de protoplanetas durante la formación de nuestro Sistema Solar

Ahora bien, los campos gravitacionales de los protoplanetas y el protosol comenzaron a rodear las partículas sueltas y a atraerlas hacia sí en un proceso llamado acreción. Este es el principio básico de la formación del Sol y los planetas: partículas que se unieron, constituyeron cúmulos y posteriormente se convirtieron en grandes cuerpos celestes llamados planetas.

Los planetas interiores (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) están compuestos principalmente de roca y material metálico debido a que las altas temperaturas del centro de la nebulosa solo permiten que dichos materiales se condensen. Los cristales de agua y amoníaco se condensaron a mayor distancia. Así pues, fue la temperatura el factor clave para la composición de los planetas alrededor del Sol.

Los científicos calculan que la Tierra empezó a formarse hace aproximadamente 4.5 billones de años, unos “cuantos” años después de que la nebulosa emprendiera el camino hacia la formación del Sistema Solar. Los protoplanetas tuvieron que experimentar diversas colisiones, de modo que la Tierra como planeta se originó a partir de la colisión de varios protoplanetas, quizá una docena. Cada una de las colisiones liberó gran cantidad de energía y los protoplanetas más grandes, se contrajeron bajo su propia influencia gravitacional.

Y ustedes se preguntarán… ¿qué maldito problema tienen los personajes del universo que viven contrayéndose y explotando? Es muy simple, solo imaginemos que son demasiado inestables y están cargados de una energía aterradoramente grande, la cual, a veces se desvía, y cambia su curso hacia… sí mismos.

Una última colisión causó la creación de un cuerpo celeste del tamaño aproximado de la actual Tierra, que ha recibido el nombre de proto-Tierra. A través del tiempo acumuló polvo y roca, hasta que fue lo suficientemente grande como para atraer material gracias a su campo de gravedad. Esta fuerza gravitacional ocasionó que numerosos objetos espaciales chocaran contra la superficie terrestre y se desintegraran ahí varios elementos radiactivos, lo que, en vez de afectar al naciente planeta, propiciaría la generación de un calor importante para fundir diversos materiales y conformar su estructura interna.

Tierra primitiva (hace aproximadamente 4.5 millones de años)


Es decir, que en lugar de que éste bombardeo caótico significara el fin de nuestro primitivo planeta, fue, al contrario, muy beneficioso. Ya que dichos objetos se fundían, y todos los metales pesados comenzaron a acumularse en el interior del protoplaneta, el cual, cabe destacar, era una masa incandescente de luz y roca fundida. Ni se imaginen un planeta azul, con agua o atmósfera, porque estaba muy lejos de ser como lo es hoy en día.

El impacto de asteroides continuó en la Tierra, y se cree que uno de estos dio origen a la luna.

La primitiva Tierra era un cuerpo volcánico y más caliente que en la actualidad. El metal alcanzó el punto de fusión y el material más denso se hundió y conformó el núcleo, en tanto los materiales más ligeros ascendieron y se transformaron en el manto y la corteza. Así se formaron las capas de la Tierra. Poco a poco el planeta bajó su temperatura, muchos de los cráteres de los impactos fueron cubiertos con agua, aparecieron organismos fotosintéticos y se formó una atmósfera, todo lo cual otorgaría las condiciones que hacen del planeta el lugar de la vida.


Si desean saber con más detalle las condiciones "de vida" en nuestra Tierra Primitiva, los invito a ver las siguientes entradas, en las que detallaré cada período de nuestro planeta, comenzando por el eón hádico, el momento en el que nuestro planeta se formó.





jueves, 12 de abril de 2018

La Hipótesis Nebular: ¿cómo se formó nuestro Sistema Solar?

El Universo sigue siendo un tema con el que fantaseamos muchísimo. Mucho más, cuando tratamos de develar sus orígenes, pero, tan lejano a nuestra comprensión, sólo podemos sentarnos y formular teorías mientras miramos el cielo una noche estrellada. 

La teoría nebular fue propuesta en 1644 por Descartes, y perfeccionada de manera independiente tanto por Pierre-Simon Laplace, como por Immanuel Kant. Esta teoría propone que el Sistema Solar se formó a partir de una enorme nebulosa protosolar en rotación, la cual evolucionó de tal forma que la mayoría de la masa se condensó en el centro dando lugar a la formación del Sol, y a partir de los pequeños grumos que quedaron alrededor y que fueron colisionando y agrupándose progresivamente, se formaron los planetas.

Ahora, situémonos en aquél momento, e imaginemos una explosión tan monstruosa, que sea capaz de fundir la materia misma, haciendo que se concentre en un solo punto y colapse. De éste centro totalmente inestable, comienzan a desprenderse cúmulos de materia incandescente y de enorme densidad, que finalmente forman las estrellas. 
Así pues, según la hipótesis nebular, las estrellas son formadas a raíz de nubes masivas de enorme densidad compuestas de hidrógeno molecular llamadas NMG.


                                 


La evidencia de una posible explosión de supernova de formación previa aparece en forma de trazas de isótopos anómalos en las pequeñas inclusiones de algunos meteoritos. La abundancia de estrellas múltiples y binarias, así como de grandes sistemas de satélites alrededor de Júpiter y Saturno, atestiguan la tendencia de la nubes de gas a desintegrarse fragmentándose en sistemas de cuerpos múltiples.



En el complejo proceso que forma la estrella, se produce a su alrededor un disco protoplanetario gaseoso que, de darse las circunstancias adecuadas, puede dar lugar a la formación de los planetas, aunque este fenómeno y su origen no es tan conocido de momento por los astrólogos.

¿Se marearon? Hablemos un poco menos en chino.

Nuestro sistema solar contiene ocho planetas. Estos pueden clasificarse en dos grupos: los planetas telúricos (planetas formados principalmente por silicatos), de dimensión y masa reducidas, pero de fuerte densidad (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), y los gigantes gaseosos, de dimensión y masa mucho más grandes, pero de densidad baja (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).
Pasemos, entonces, a la historia de la formación de nuestro sistema. La descripción que sigue es el modelo de la hipótesis nebular, globalmente aceptado, aunque sus detalles son aún objeto de muchos debates. Porque, como mencionamos antes, el Universo aun sigue siendo un tema en el que no nos encontramos bien parados. 


Pensémoslo como una historia.

Un día, hace diez mil millones de años, existía una enorme nube de hidrógeno y helio que se balanceaba solitaria y aburrida en algún lugar del frío universo. 

medida que el tiempo pasaba, esta nube se contrajo suavemente y se enriquece con elementos más pesados en el momento de la explosión de estrellas masivas a los alrededores, los cuales, la llenan de elementos nuevos, que ésta nube jamás había conocido. 

Más de cinco millones de años pasó así, sometida a las continuas muertes de las estrellas a su alrededor, hasta que, un día, bajo el efecto de su propia gravedad, la pobre nube se contrae sobre sí misma y explota, fragmentándose en un montón de nubes más chiquitas e inestables, y, una de ellas, se convertirá en nuestro sistema solar. 

Este pequeño pedacito - al que llamaremos "protosistema" -que sobrevivió de la nube de hidrógeno y helio, continúa contrayéndose sobre sí mismo y se encuentra tan inestable, que también comienza a rotar, cada vez más y más rápido. Dado este movimiento nervioso, y como nuestro protosistema no es rígido, la materia empieza a ser atraída hacia el centro de éste formando y la presión es tal, que comienza a calentarse, formando... ¡oh sorpresa! una estrella. Nuestro Sol. El que vemos todos los días.

Los planetas, al igual que el Sol, se forman por acreción (acumulación de materia en situaciones totalmente violentas) debido a que mediante intensos bombardeos entre sí de materias, los átomos se funden y se unen entre sí, formando planetesimales (planetas primitivos) que con el tiempo, se condensarán, y pasarán a ser los ocho planetas que hoy en día conocemos.